Mira detrás de la máscara del humanismo y no encontrarás signos de Dios

Mi muy querida y amada hija, es Mi Deseo que todos Mis queridos seguidores oren duro para desviar el daño a las almas, debido al crecimiento del ateísmo. El ateísmo no siempre se declara. Muy a menudo, la gente que ha decidido, por cualquier razón, no creer más en Dios, crea un sustituto.

Debido a la constitución del hombre, éste debe buscar una causa para justificar su existencia. La maldición del humanismo es que exalta al hombre a los ojos del hombre. Lo único que hay que hacer, según el humanista, es que las necesidades del hombre sean lo primero. Mucha gente confunde el humanismo con el cristianismo. Cuando se proclama la importancia de los bienes terrenales en la vida del hombre, a toda costa, para evitar el sufrimiento o la pobreza, es fácil suponer que se trata de una forma de amor al prójimo.

Si dices que quieres acabar con la pobreza, el paro y otras miserias, muchos pensarán que hablas en nombre de Dios. Mira detrás de la máscara del humanismo y no encontrarás signos de Dios, ni oirás mencionar Su Nombre. Los que viven su vida como humanistas no aman a Dios. Sólo se aman a sí mismos. También creen que lo único que importa es el bienestar -generalmente en forma de cosas mundanas- de la humanidad, como medio para alcanzar un fin.

Aunque pueda parecer caritativo, que se vea que te preocupas por las necesidades del hombre, nunca puedes sustituir a Dios, anteponiendo las necesidades del hombre. Cuando se hace esto, se insulta a Dios. El humanismo, aunque tiene todos los signos exteriores del amor a Dios, no es lo que parece. Detrás de la máscara del amor se esconde el amor a sí mismo. El hombre morirá, su cuerpo se convertirá en polvo, su alma seguirá viviendo, sin embargo, el humanismo quiere hacer creer que el hombre es inmortal.

Tened cuidado cuando abracéis el humanismo, porque cuando lo hacéis, os apartáis de Mí.

Tu Jesús