Mientras el rencor divida a las naciones, la desconfianza y el miedo seguirán provocando disturbios civiles

Mi querida y amada hija, las guerras y los disturbios, como se predijo, se extienden como fuegos fatuos por toda la Tierra. Muy pocas partes del mundo no se verán afectadas por las guerras y los rumores de discordia.

Mientras la amargura divide a las naciones, la desconfianza y el miedo seguirán causando disturbios civiles, las leyes anticristianas seguirán aumentando, de modo que el asesinato y el aborto, así como los actos contra los Santos Sacramentos, serán aprobados en vuestros países. Muchos serán llevados al pecado, a causa de tales leyes, y muy pronto el dolor de las tinieblas del alma se hará presente y pocos podrán ignorarlo.

¿Por qué, se preguntarán, hay una atmósfera tan extraña, en la que ha desaparecido la confianza de unos en otros? ¿Por qué es difícil actuar nuestras vidas como dicta Cristo, por miedo a ser tachados de tontos? La respuesta está en el hecho de que vuestros países, uno tras otro, no sólo Me han condenado, una vez más, sino que declaran lícito el pecado. Cuando esto sucede, Satanás y su ejército se desbocan.

Se han vuelto muy poderosos y a través de todas las leyes liberales, que condonan el pecado, se vuelven verdaderamente aceptados y entonces no habrá paz en los corazones del hombre, como resultado. Será como si los niños, robados a sus padres y hechos prisioneros, fueran alimentados con sutilezas para compensar el hecho de que están en cautiverio. Por muchos placeres que se les ofrezcan, no les traerán consuelo. Por el contrario, estos niños se sentirán inquietos, vacíos y anhelarán sentir el verdadero amor, que sólo puede ser provocado por la presencia de los padres.

La Presencia de Dios está todavía allí en vuestras naciones, pero como Yo, el Hijo del hombre, Estoy siendo rápidamente despedido, a través de las introducciones de leyes malvadas en vuestras tierras y pronto a través de vuestras iglesias, seréis como huérfanos extraviados sin ningún lugar donde reclinar vuestras cabezas.

Sin Dios, no hay paz. Sin Mí, Jesucristo, Presente a través de Mis Enseñanzas, te estás muriendo de hambre lentamente. No permitas que tales leyes detengan tu devoción a Mí, porque en este momento más que en ningún otro, Yo vendré a ti y te daré el consuelo que anhelas.

Os amo. Lloro por vuestra desolación y os prometo que esta persecución durará poco.

Tu Jesús