Cuando la Nueva Jerusalén descienda sobre el mundo al son de las trompetas, las luces llenarán los cielos y todo quedará en silencio

Mi amada hija, el dolor que soportas físicamente en este momento es para salvar almas, que están tan alejadas de Mí, que si no Me ofrecieras esto como alma víctima, estarían perdidas para Mí para siempre. Recuerda siempre cuanto Me duele y rompe Mi Corazón cuando pierdo aunque sea una sola alma.

Mi Amor por la humanidad permanece intacto, porque nada podría impedirme amar a cada alma preciosa. Las amo tanto que los Dones que te he dado, hija Mía, de ver a todos los hijos de Dios, como Él los ve, con una pureza de corazón, no tiene fin. Por eso sufres tanto, hijita Mía. No es por aquellos cuya ira te insulta, sino por aquellas almas que están en una terrible oscuridad y cuyo destino te aterroriza, por lo que soportas estas nuevas aflicciones físicas.

Por favor, comprended que cuando os impacientéis y enfadéis, a causa de estas dolorosas pruebas, que no son nada comparadas con el intenso sufrimiento al que se enfrentan aquellas almas que serán llevadas por la bestia. No significará nada en comparación con las almas que deben soportar el dolor del sufrimiento en el Purgatorio. Qué poco significará esto para vosotros cuando veáis cómo arrancaré de las garras malignas de la bestia a aquellas almas que, de otro modo, no podrían salvarse.

Hija mía, por muy doloroso que sea este sufrimiento, no importará cuando reúna a los hijos de Dios, cuando descienda el Más Glorioso Paraíso en el Gran Día. Cuando la Nueva Jerusalén descienda sobre el mundo al son de las trompetas, las luces llenarán los cielos y todo callará entonces ante el sonido de los ángeles, cuyo canto llegará a cada alma antes del momento final. Esta será la última hora, cuando Yo venga a Juzgar a los vivos y a los muertos.

Tu Jesús