La obsesión de mis hijos por los bienes mundanos y la adulación de la riqueza personal los separa de Dios

Mi muy querida y amada hija, mientras la humanidad se hunde más profundamente en el pecado, ellos continúan buscando cosas materiales, las cuales creen que satisfarán el crudo dolor que sienten dentro, porque nada puede traerles consuelo cuando están tan lejos de Mí. Ni por un momento piensan en Mí, tan atrapados están en la búsqueda de bienes mundanos -cosas inútiles- que no traen nada, sólo un anhelo de más y más.

Luego están aquellos cuyo amor por las atracciones mundanas hace que se vuelvan insaciables. Buscan posesiones más grandes y que consideran más valiosas. Llegan a construir santuarios para sí mismos. Es entonces cuando se hunden en la desesperación, porque cuanta más riqueza y lujo adquieren, más confusos y distraídos se vuelven. Perderán el interés por los demás y pronto se aislarán, al quedar atrapados en una tela de araña, tejida por el espíritu del mal para atraparlos y destruir sus almas.

La obsesión de mis hijos por los bienes mundanos y la adulación de la riqueza personal los separa de Dios. El amor a las posesiones destruye el amor al prójimo. Te volverás egoísta hasta el punto de que no te importarán las desgracias de los demás. Así es como desobedeces la Palabra de Dios.

Debes detener tu búsqueda de riquezas. Entonces serás más puro de corazón. Pero permite que este pecado tortuoso nuble tu mente y nunca serás puro de alma, y por lo tanto no serás apto para venir ante Mí. Aquellos que son pobres tienen menos tentaciones para separarse de Mí. Aquellos que son ricos son pobres en el sentido de que tienen mucho que aprender antes de que puedan humillarse ante Mis Ojos.

¿Cuándo aprenderás que cuando el hombre antepone los placeres mundanos a Mí, no podrá preparar su alma para entrar en Mi Nuevo Paraíso?

Tu Jesús