miércoles, 20 abril 2011 17:45
último profetagracia santificantefalsos profetasluchar contra esta Misiónhumildadsobre esta MisiónHija mía, tu fe está siendo continuamente puesta a prueba a cada hora del día cuando estás siendo presionada por personas ajenas a ti para que descartes estos Mensajes. Esto sucederá siempre. Ya es hora de que te acostumbres a este tormento. Puedes estar tranquila ahora, más que nunca, de que estos Mensajes son auténticos y vienen de Mí, el Divino Salvador de la Humanidad, Jesucristo.
Me entristece cuando veo a los creyentes, en particular, tan influenciados por el engañador para descartar Mi Santísima Palabra cuando está siendo presentada para que el mundo sea testigo.
Hija mía, eres más que capaz de ignorar ahora todas las voces que afirman hablar con la autoridad, que les ha sido dada por fuentes Divinas. Muchos falsos profetas están presentes en el mundo hoy y no son quienes dicen ser. Solo escucha Mi Voz, como te he dicho, antes. No necesitas la aprobación de otros para continuar con este Trabajo Sagrado. Estos volúmenes de Mensajes Sagrados serán vistos, por lo que son con el tiempo. Nunca debes ser tentado, por almas mal informadas, de que son Divinamente inspirados, porque ese no es el caso. Bloquea las mentiras que asaltarán tus oídos por parte del engañador, Satanás; él, hija Mía, quiere detener esta Obra y hará todo lo posible para impedir que cumplas esta Misión.
Levántate ahora y habla con la autoridad del Espíritu Santo, que te ha sido legada, Mi preciosa hija. Eres una mensajera elegida para entregar, como he dicho, los Mensajes más importantes para la humanidad en estos tiempos. Me haces tan feliz con la fuerza y el coraje que has demostrado, frente a los ataques que has tenido que soportar a manos de Satanás. Recuerda, sin embargo, que debes aceptar esta Obra con la humildad que se espera de ti. Recíbeme en tu alma ahora, cada día, para obtener gracias adicionales. Te amo, hija Mía. El Cielo se regocija por la rapidez de tu respuesta a Mi Santísima Voluntad.
Tu Salvador
Jesucristo