lunes, 24 diciembre 2012 18:00
Volume 3oración por los tibios en la feamor de Nuestra Señoranacimiento de Jesúsa los tibios en su fedepuracióncambios en la Tierrallamada a la oraciónel amor de una madregran guerraateísmoCrucificcióna las personas que sufrenRosarioal cleroley pecaminosaArmageddonel papel del sufrimientoguerrasEl Ejército RemanenteMandamientos de DiosHija mía, el día que traje al mundo un Salvador, cambió el destino de la humanidad.
A este pequeño niño lo amé con pasión como a cualquier otra madre. Pero hubo una gracia extra que me dio Mi Padre. Era la gracia de la protección. Yo protegí a mi Hijo, desde el principio, de una manera diferente. Sabía que Él era el Mesías prometido y, por tanto, se me había dado una responsabilidad muy especial, aunque no tenía ni idea de la magnitud que esta responsabilidad conllevaría.
No se me dio a entender, desde el principio, que mi Hijo, el Salvador, enviado por Dios para salvar a la raza humana de las llamas del Infierno, sería asesinado. Esta parte de mi misión fue un shock terrible y mi dolor es indescriptible.
Sufrí a través de mi Hijo, en Él y con Él. Incluso hoy, siento Su dolor y tristeza por la incredulidad de la Existencia de mi Hijo en el mundo actual. Como Madre de la Salvación, mi responsabilidad es ayudar a mi Hijo en Su plan de salvar almas.
Este es el tiempo del diluvio; este tiempo para el cambio rápido y repentino. A medida que estallen las guerras, y una gran guerra surja de las cenizas, el Plan de Dios aumentará su ritmo para despertar Su Presencia entre todas las naciones y todas las razas.
Hija mía, te ruego que reces el Santísimo Rosario mientras yo lloro hoy. Mis lágrimas, que acabas de ver, son por las almas que no reconocen a mi Hijo. Son aquellos cristianos que dicen que aceptan a Jesucristo, como Salvador, y que le insultan, no rezándole, los que más le entristecen.
La propagación del ateísmo es como una terrible epidemia que barre la tierra. Dios no ha sido olvidado, en cambio, Su Existencia está siendo deliberadamente ignorada. Sus leyes prohibidas en sus países. Sus Iglesias no son honradas. Sus siervos sagrados demasiado tímidos y sin el valor suficiente para proclamar Su Santa Palabra.
La tierra cambiará ahora tanto físicamente como en espíritu. La limpieza ha comenzado. La batalla se librará entre los que siguen al maligno y la Iglesia Remanente de Dios.
Los fieles a mi Hijo deben invocarme siempre a mí, vuestra amada Madre de la Salvación, para que os consagre a mi amado Hijo, a fin de concederos las gracias que tanto necesitáis. Debes prepararte como soldado de Jesucristo. Tu armadura debe hacerse más fuerte, porque tu papel es el de cruzado y tendrás que marchar contra grandes crueldades e injusticias.
Id en paz, niños, y manteneos en oración diaria mientras comienzan los cambios, para que pueda lograrse la salvación de la humanidad.
Todo se hará según la Santa Voluntad de mi Padre, a través de su único Hijo, Jesucristo. A vosotros, hijos míos, que pedís mi ayuda, se os concederá una gran protección para vuestras naciones.
Tu querida Madre
Madre de la Salvación