Mi querida y amada hija, Mi Reino en la tierra está a punto de hacerse realidad.
Por tanto tiempo prometido por Mi amado Padre Eterno, el Nuevo Reino, el Nuevo Paraíso es el regalo más grande.
El secreto para comprender Mi Nuevo Reino reside en el misterio de Mi sufrimiento en el Huerto de Getsemaní. Cuando caí postrado ante Mi Padre, llorando de dolor, fue por la pérdida de almas en el futuro que arderían en las llamas del Infierno, a pesar de Mi Sacrificio en la Cruz.
Mi humillación a manos de Poncio Pilato no Me fue dolorosa por el escarnio público, sino porque sabía que esas mismas almas se perderían para Mí. Y por eso lloré lágrimas de tristeza al verlas engañadas por Satanás, una fuerza maligna que no podían ver pero que infestaba cada fibra de su ser.
Cuando Me ves, hija Mía, preocupada es por una buena razón. Yo también lloro por las almas que desprecian estos mensajes. Ellos no están en el estado completo de estar en unión Conmigo. Debido a su pecado de orgullo, arrogancia, falta de conocimiento y humildad, insultan Mi palabra.
Luego tratan de impedir que los corazones de aquellos, a los que deseo llegar, abracen Mi Santa Palabra.
Por ellos también lloro porque no conocen las serias consecuencias de sus acciones mientras traicionan Mi Verdadera Palabra, como está siendo presentada a cada uno de los hijos de Dios, en este tiempo.
Tantas almas, privadas de Mi Palabra, a causa de las acciones de aquellos que dicen representarme en el mundo, se perderán.
Así como sufrí una terrible agonía, al enfrentarme a las burlas de los que estaban junto al trono de oro de Poncio Pilato, sufro hoy. El dolor que sufro, a través de ti, hija Mía, no es diferente hoy de lo que fue entonces.
Aquellos que humillan Mi Palabra, entregada a ti, hija Mía, Me cortan hasta el hueso en agonizante dolor. Ellos han clavado los últimos clavos, a través de Mi alma sufriente mientras intento, una vez más, salvar a la raza humana de la destrucción.
Reza para que Mi Padre, por Su Misericordia, sea tolerante con tales almas que se esfuerzan, de la mano del engañador, en hacer impotente la Palabra de Dios.
Tengan cuidado hijos Míos de aquellos que vehementemente se oponen a Mi palabra, a través de estos mensajes. Deben orar por sus almas.
