Nunca amenaces a otros en Mi Nombre

Te hablo hoy, Mi muy amada hija, de la necesidad de obedecerme en todas las cosas. Hija Mía, todos Mis seguidores, para ser dignos de Mi Amor y devoción, deben honrar los Mandamientos de Mi Padre. Aunque puedan vacilar de vez en cuando, deben esforzarse en todo momento por seguir la Regla del Amor. Amaos los unos a los otros y poned a vuestro prójimo por delante de vuestras propias necesidades. Entonces todo lo demás caerá en su lugar.

Aquellos que se llaman a sí mismos Mis seguidores, deben ser muy cuidadosos en cuanto a cómo difunden Mi Santísima Palabra. Si caen en la trampa de la arrogancia, la justicia propia o cuando condenan a otros en Mi Nombre, Me ofenden grandemente. Nunca amenaces a otros de los castigos que pueden esperar de Mí. Nunca le digas a otro que Yo lo castigaré porque te sientes enojado con él por cualquier razón; porque cuando haces esto serás culpable de negarme, porque estarás torciendo la Verdad para que se ajuste a tu propia agenda. Nunca te sientas superior a los demás porque tienes el privilegio de la Verdad.

Hijos, amo a todos Mis hijos, incluso cuando yerran y se desvían. Rezad por ellos en todo momento si pretendéis ser verdaderos seguidores Míos. Por todos los medios predica la Verdad. Háblales siempre de Mi profundo Amor por Mis hijos. Pero nunca debes juzgarlos. Nunca digas a los demás que sus pecados o los que tú consideres pecados, serán castigados por Mí de una determinada manera, porque no tienes derecho a hacerlo.

Mi Mensaje de hoy es simple. Cuando Me amas y hablas en Mi Nombre nunca debes exaltarte por ello. Nunca debes amenazar a tus hermanos o hermanas o lanzar calumnias en Mi Nombre.

Recordad, porque sois Mis seguidores, seréis el blanco del engañador precisamente por vuestra fe. Así que debéis tener cuidado de que no os engañe haciéndoos pecar contra vuestros hermanos o hermanas.

Debéis manteneros fuertes, hijos Míos. Les doy este Mensaje para guiarlos y mantenerlos en el camino correcto hacia Mí.

Tu amado Jesús
Rey de la Humanidad