Madre de la Salvación: Piensa en la vida como una etapa entre el nacimiento y el Nuevo Reino Glorioso

Mis queridos hijos, que ninguno de vosotros tenga nunca miedo de esta Intervención Celestial en esta Misión de Salvación. Por el contrario, estén agradecidos por la Gran Misericordia de Dios y Su insondable Amor por la raza humana. Debéis dar Gloria a Dios, sabiendo que todo comienza y termina con Él. No hay término medio. Piensa en la vida como una etapa entre el nacimiento y el Nuevo Reino Glorioso, que os espera a todos, si aceptáis la Promesa de Dios de que Su Hijo Unigénito, Jesucristo, volverá para reclamar Su Reino.

Muchos no creen en Aquel que los creó. Pueden ser testigos de Su Amor y, sin embargo, siguen sin creer que el Amor viene de Dios o que Dios es Amor. Los que aceptan la existencia del mal no creen en el Amor de Dios ni aceptan la existencia del maligno. Sólo aquellos que logran superar el mal en todas sus formas comprenden verdaderamente el poder que el mal tiene sobre las palabras, los actos y las acciones de las personas. Sólo cuando un alma se desenreda de la influencia del mal puede ser liberada. La verdadera libertad sólo puede alcanzarse cuando se acepta la Verdad. Si no aceptas al Verbo hecho carne, es decir, a mi Hijo Jesucristo, nunca serás libre.

Hijos, debéis luchar contra el mal en todas sus formas engañosas, pero no es fácil identificarlo claramente. Satanás es el rey de la mentira. Es el engañador que consigue convencer al mundo de que no existe. Siempre presenta la Verdad como algo malo y convencerá a los débiles de entre vosotros de que el mal puede justificarse siempre. Nunca debéis dejaros engañar, porque la Verdad fue dada al mundo y está contenida en el Libro de mi Padre. Cualquier cosa, que se desvíe de la Verdadera Palabra de Dios, debe ser evitada. No escuchéis a aquellos que os dicen que un acto malvado es algo bueno, o que debe ser aceptado debido a los tiempos en que estáis viviendo.

La raza humana no ha cambiado. El pecado no ha cambiado. Lo único que ha cambiado es la reticencia del hombre a aceptar a Dios como su Creador.

Tu querida Madre

Madre de la Salvación