sábado, 4 enero 2014 13:50
Volume 4antes de la Segunda VenidaGreciaInglaterranacimiento de Jesúsvida de Nuestra SeñoraSan JoséEgiptoodio a esta Misiónno tengas miedoluchar contra esta MisiónNuevo ParaísoEspíritu Santopaz en el almaEl amor de DiosLa estancia de Jesús en la TierraPersiaIndiaJudeaHerodesSanta Isabelsoledad y rechazo del profetaJesús encontrado en el temploHija mía, en el período previo al nacimiento de mi Hijo, los dolores eran evidentes en todo lo que nos acontecía. Acudí a Isabel en busca de consuelo, sabiendo que ella había sido bendecida con la perspicacia que le daba el Espíritu Santo. Yo, y mi amado esposo, buscamos este refugio de paz, en un momento en que estábamos tan abrumados por el conocimiento de lo que estaba por venir.
Cuando se acercó mi hora, cada obstáculo, plantado por el espíritu del mal, se puso delante de nosotros, a cada paso que dábamos. Nos cerraron las puertas en las narices, la gente que conocíamos nos rechazó y nos echaron al desierto. Y así acabamos, sin un techo sobre nuestras cabezas y en un refugio sólo apto para animales, mientras el Santo Mesías venía al mundo como un mendigo. No hubo ceremonias, ni coronación, ni reconocimientos. Sólo quedaban unas pocas personas para consolarme en mi soledad. Pero entonces, cuando nació mi Hijo, todos los sentimientos de ansiedad me abandonaron. Sólo sentí el amor de la Presencia Divinísima. Por fin reinó la paz en mi Corazón.
Por el Poder del Espíritu Santo, se nos envió ayuda y consuelo, aunque eran pocos en número. A pesar de que el nacimiento de Jesucristo fue un acontecimiento humilde y bajo, en el que sólo participaron unas pocas personas, se había corrido la voz. Así actúa el Espíritu Santo. Muchos esperaban el nacimiento. Muchos habían oído hablar del acontecimiento y muchos hablaron de él. Cuando se dio a conocer que Jesucristo, el Mesías prometido a la humanidad, había nacido, la oposición comenzó a crecer. El despiadado ataque de Herodes y de todos sus siervos, demostró hasta qué punto la Presencia de Dios infunde temor en el corazón de los hombres malvados.
A partir de ese día, me convertí en el protector de mi Hijo y mi amado esposo, Joseph, organizó nuestra seguridad en muchas ocasiones después de eso. Pasamos muchos años huyendo de un lugar a otro. Nos enfrentamos a mucha oposición, mucho miedo, mucho odio. Esa fue nuestra suerte. En el momento en que mi Hijo fue encontrado a la edad de doce años predicando en el templo, lo llevamos a esconderse.
La familia de José se dedicó a sacarnos de contrabando y durante muchos años viajamos. Primero fuimos a Judea y después llevaron a mi Hijo a la India, Persia, Egipto, Grecia e Inglaterra. Dondequiera que íbamos, la Presencia de mi Hijo creaba muchos milagros, aunque nunca se presentó públicamente como el Mesías. Fue bien cuidado y lo vimos mucho. Viviamos en paz, amor y armonia y solo por mi esposo, Joseph, no hubieramos tenido donde ir para proteger a mi Hijo hasta que Su Mision publica comenzara.
Y ahora que Su Segunda Venida es inminente, todo obstáculo será puesto antes de Su Llegada. Cada palabra que salga de la boca de Su profeta será despedazada y burlada. Solo un puñado de personas estarán al tanto de la Verdad que rodea esta Misión y muchas puertas serán cerradas en las caras de aquellos que sigan Sus instrucciones. Esta Misión es solitaria para ti, hija mía, y se te instruye a permanecer obediente en todas las cosas que Dios te ha dado a conocer.
La ayuda será enviada. La Ayuda también cesará cuando sea el Deseo de mi Hijo. Mientras que pocos se ven seguir esta Misión, millones más creen en ella completamente. Porque la Palabra de Dios siempre atraerá a los Suyos, a través del Poder del Espíritu Santo.
Los dolores de parto han comenzado y el parto no durará demasiado. Pronto amanecerá el nacimiento de un nuevo comienzo y entonces llegará por fin el Día del Señor. Hijos, estad en paz, porque todas estas cosas deben suceder antes de que la Tierra sea purgada del pecado.
Tu querida Madre
Madre de la Salvación